Ignacio Pérez Alcázar
Los tres efectos del cambio de algoritmo de Facebook que han afectado a las páginas de empresa
El pasado año, Mark Zuckerberg anunciaba el cambio de algoritmo de Facebook para luchar contra las fakenews (noticias falsas) y contra el clickbait (cebos de click o ciberanzuelo), lo que iba a afectar, desde luego, a la “información” que iba a ofrecer la red social en nuestro timeline.
Parafraseando a Zuckerberg, el cambio de algoritmo trataría de “asegurar que el tiempo gastado en Facebook era un tiempo bien empleado”. “Nosotros construimos Facebook para ayudar a las personas a estar conectadas y acercarnos a las personas que nos importan. Esto es por lo que hemos puesto a los amigos y a la familia en el centro de nuestra experiencia. Investigaciones nos han mostrado que fortaleciendo nuestras relaciones mejora nuestro bienestar y felicidad”.
De esta forma y por resumirlo, el nuevo #algoritmo de Facebook pasaba a dar prioridad a las publicaciones de familiares y amigos, y menos de páginas corporativas, u otro tipo de contenidos que seguirían estando ahí, en el universo Facebook, accesibles para quien los buscara, siempre que no violaran sus estándares, aunque estuvieran en la frontera.
Pasaban entonces a establecerse unos factores para los contenidos de marcas y páginas de empresas para que el algoritmo los considerara “buenos” según la política de Facebook. Entre estos factores estarían (1) tener muchos comentarios pero de calidad, con interacciones entre los usuarios; (2) mucho más video y si es en directo, mejor, pero subido directamente, para mantener viva esa lucha con youtube; y (3) menos publicaciones pero de más calidad, con más “compromiso”, con imágenes pero que no inviten directamente a compartir o a dar “me gusta” porque lo penalizarán.
Después de una año de cambio de algoritmo, se han producido principalmente tres efectos en la red social que afectan principalmente a las páginas de empresa y a las marcas.
El primero de ellos es el conocido como #ZeroDay, es decir, que las publicaciones de empresas y marcas apenas aparecen de forma orgánica en el timeline de los usuarios, salvo en los de “la parroquia” y siempre que haya interacción con cierta frecuencia. Esto ha provocado el segundo efecto.
El segundo efecto ha sido la subida de precios de promoción y publicidad en la red social. Dado que ahora llegar de forma orgánica (es decir, sin pagar) era más difícil, más marcas o empresas se decidirían en sus planes de comunicación y publicidad a invertir en este canal. Puesto que Facebook funciona en modo subasta, es decir, que su algoritmo determina cuál es el mejor anuncio que podemos mostrar a una persona en un momento específico. Gana la subasta el anuncio con el valor total más alto a fin de garantizar que las personas y las empresas obtengan el máximo valor. Y aunque el ganador no es la persona que puja más, lo cierto es que a más euros/día, más opciones de alcance, porque seamos francos, el espacio es el que es. Hoy en día, cada cuatro publicaciones, una es publicidad.
El tercer efecto, la lucha contra el clickbait y el amarilismo en la red social, no ha tenido el éxito que se esperaba, porque a día de hoy los titulares sensacionalistas e incluso algunos posts con titulares falsos (del estilo “no creerás lo que pasó” o “los bancos quisieron cortar la emisión por los comentarios de…”) buscando clics, han conseguido una mayor viralidad en las red social y presencia en nuestro timeline, lo que pone en entredicho la propia reputación de Facebook.
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